La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte,que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días. Benjamin Franklin (1706-1790)
Si algo caracteriza al ser humano es su deseo de ser feliz; la búsqueda de la felicidad y bienestar físico y psicológico es una constante a lo largo de la historia de humanidad. Pero, qué es la felicidad desde el ámbito de la psicología? La felicidad se define como la prevalencia del estado emocional positivo (emociones como por ejemplo, la alegría, el interés, la satisfacción…).
¿Y porqué las buscamos tanto?El ser humano busca aquello que favorezca la adaptación y la supervivencia, y las emociones positivas cumplen estas funciones. Referente a la vida cotidiana, en muchas ocasiones funcionan como un muro para defenderse del estrés diario, de modo que si potenciamos la experiencia de emociones positivas podremos reparar el deterioro producido por la adaptación al estrés y reducir el impacto futuro (Moscokowitz, Epel y Acree, 2008).
Para explicar los efectos beneficiosos de las emociones positivas se han propuesto diferentes aproximaciones teóricas donde cabe destacar la aportación de Frederikson (1998) en su teoría de la ampliación-construcción de las emociones positivas. La teoría defiende que las emociones positivas están implicadas en el proceso de adaptación psicológica que favorece la supervivencia humana en la medida que:
- Incrementa el repertorio de pensamientos/acciones de la persona
- Introduce flexibilidad de los procesos cognitivos (atención, memoria, toma de decisiones…)
La ampliación de la cogniciones que dan lugar a mayor flexibilidad conductual que, con el tiempo, genera recursos personales que se plasmarían en un incremento de creatividad, la resistencia, las relaciones sociales y la salud física (Cohn, Frederickson, Brown, Mikels y Conway, 2009).
La emociones positivas amplían el foco atención (fijémonos que la atención determina procesos cotidianos como la memoria, y “en qué uno se fija” y cómo consecuentemente, procesa la información proveniente del medio) y promueven la flexibilidad cognitiva favoreciendo el desarrollo de recursos personales (plenitud mental, dominio del medio ambiente, relaciones positivas con los demás, reducción de los síntomas de enfermedad, etc.). Estos aspectos hacen que el individuo se sienta más seguro y con mayor nivel de conocimiento de las situaciones que, a su vez le hacen experimentar nuevas emociones positivas produciéndose de este modo, una espiral ascendente de funcionamiento óptimo.
Aunque las emociones positivas son transitorias, Frederikson (2001) defiende que los recursos personales que generan las experiencias positivas son duraderos y, en la medida en la que se van acumulando, con el paso del tiempo transforman a la persona haciéndola mejor (más saludable, más sociable, más resistente, más efectiva, etc.). Además los recursos personales que se construyen mediante las emociones positivas permanecen de forma duradera.
Y cómo podemos experimentar emociones positivas cuando nuestro día a día es rutinario y aburrido, y tenemos estímulos exteriores negativos, junto con problemas y más problemas? Palomera (2008) propuso un programa de intervención para potenciar el nivel de felicidad mediante el desarrollo de una serie de tareas. Se comentaran en artículos posteriores, al igual que hablaremos de otras teorías muy interesantes relacionadas con el bienestar psicológico.