2 Jul 2014

2 Jul 2014

Depresión: una cuestión de matiz

Depresión: una cuestión de matiz

 

La tristeza  tiene la  función de recabar atención y cuidado de los demás, constituyendo una forma de comunicación en situaciones de pérdida o separación, o simplemente ser un modo de ahorro de energía para afrontar procesos de adaptación. Los estados de abatimiento o de depresión no son ajenos a la mayoría de las persona. No obstante,  en su forma más prolongada o  frecuente, puede constituir un problema para el desarrollo de la actividad diaria.

La complejidad de la depresión

La depresión además un estado de ánimo triste se caracteriza por su complejidad. La depresión patológica, agrupa  un conjunto de síntomas muy variados (apatía, lentitud de reacción, problemas de atención, concentración, déficits en la memoria, culpa, inutilidad, insomnio, fatiga, pérdida de apetito, etc.) que no están bajo el control de la persona que la padece y requiere una atención especializada.  Aunque muchos médicos de atención primaria alerten del incremento de  casos de depresión detectados,  persiste, aún, la idea generalizada e  ilusoria que desconecta los síntomas mencionados y este trastorno.  A pesar de ser conocedores de los efectos devastadores de esta tristeza prolongada o profunda, con  frecuencia nos olvidamos de que se trata de una enfermedad y somos  intransigentes con los que la padecen.

La falta de empatía con el deprimido mantiene la depresión

Agotados  de  dar apoyo, pensando que nuestro esfuerzo cae en saco roto, nos alejamos del problema y el sujeto deprimido se queda aislado. Tal vez todo esto se deba a   que  no entendemos con exactitud lo que significa estar deprimido Los estados de abatimiento o de depresión no son ajenos a la mayoría de las personas .Tal vez se deba a que  nos limitamos a nuestra experiencia inmediata,nos  olvidamos de ser empáticos y nos preguntamos ¿ por qué alguien podría   no “luchar” por superar o recuperarse de un problema, dejándose arrastrar hasta hundirse  en un pozo de  desesperanza?

”Deberías “hacer esto o lo otro, aconsejamos con competencia, sin percibir que la solución que, a nuestros ojos sencilla, es a la vez, inoperante para un individuo cuya autoestima  esta por los suelos. Estoy demasiado ocupado para estar deprimido ¿por qué no haces lo mismo?, cuestionamos.  Ignoramos que el sujeto deprimido  siente culpa por no poder cambiar su desinterés, su  falta de alegría  o  ser más activo. El “deberías “resuena constantemente con voz acusadora   en sus pensamientos confirmando la  inutilidad que asume al no poder superar sus problemas, culpabilizándose, rumiando su desgracia y alimentando la visión  negativa  de sí mismo, del futuro y del mundo.

 ¡Flaco favor hacemos al aconsejar deprimido si no entendemos su estado!

Lo que para nosotros representa un bajón es para él un estado con el que está tan familiarizado e internalizado  que le hace  percibir su existencia como insignificante. En su   desesperanza  llega, incluso  ,a pensar cómo poner término al sufrimiento que padece  con ideaciones suicidas. Afortunadamente existen terapias que dan respuesta a estos problemas .La terapia cognitiva que  ha mostrado ser un tratamiento eficaz  lleva  al paciente a modificar su conducta pensando alternativamente a su modus operandi. Se logra diferenciar aquellos pensamientos negativos que están minando su autoestima y confianza en un futuro mejor, de otros que reforzarían su bienestar. Desde el punto de vista técnico, solo se ayuda a alguien si este siente comprendido y a partir de ahí se construye una alianza de trabajo para que se puedan reestructurar sus pensamientos sustituyendo los pensamientos negativos por otros más adaptados a la situación real.

La mejor terapia es la que cuenta con apoyo

En resumen, para ayudar plenamente a una persona con depresión, al margen aplicar un conjunto de técnicas psicológicas o tratamientos farmacológicos, se hace necesario el  apoyo social  que pueden aportar  familiares, allegados y servicios sociales. Los apoyos deberán estar dirigidos a evitar el aislamiento y aumentar la autoestima con fuentes de refuerzo desde el entendimiento del trastorno y sin prejuicios.

La mejoría y posterior recuperación  reside en un conjunto de acciones que, desde la aceptación y la comprensión,  den al paciente el  soporte de los  cambios que necesita realizar.

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